lunes, 31 de julio de 2017

Revista La Maza N° 73


EDITORIAL

Si alguna utilidad pueden tener las elecciones primarias (PASO) que se están realizando mientras cerramos esta edición,  es la de develar cuán profundo es el rechazo social a las políticas económicas instrumentadas por el gobierno de Macri en estos dos años. Después de las confiscaciones al ya menguado poder adquisitivo de la población que significó el brutal tarifazo, después del congelamiento salarial impuesto a los trabajadores –con la complicidad criminal de los burócratas sindicales-, después de la ola de cierres de empresas y despidos y suspensiones, después de una profunda recesión, caída del consumo y represión a trabajadores despedidos y desocupados hambreados...es impensable que el gobierno logre un triunfo electoral. Aún cuando los que se presentan como alternativa, el kirchnerismo y las fracciones peronistas, distan mucho de ser una verdadera alternativa.
Solo una camarilla de empresarios, alcahuetes y consultores a sueldo, podía imaginar que los comicios se iban a librar en base a una antinomia “Macri vs CFK”, “el pasado nefasto y el futuro venturoso”, “la vieja política corrupta y una nueva manera de hacer política”, tal como ellos presumían, sin tener en cuenta que, pasados dos años de gobierno, lo que se está plebiscitando es una política económica que ha arrojado a la miseria a la mayoría de los hogares humildes. Un país en el que se ha profundizado la desigualdad social de la época kirchnerista, donde  la mitad de los pibes es pobre, donde la desocupación y el hambre golpean a la puerta de los humildes como nunca en décadas, es un país que vota, inevitablemente, con el bolsillo.
El combate electoral parece circunscripto a  la provincia de Bs. As., donde se enfrentan, en los hechos, la “esperanza blanca” del macrismo y el  régimen, Maria E. Vidal, y  quien presume ser la “nueva abanderada de los humildes”, olvidando que fue la defensora del gran capital y de los corruptos. Pero ni siquiera la feroz campaña contra Julio de Vido, para distraer a los votantes del verdadero significado de estas elecciones, está dando resultados. Como siempre sucede, las campañas del miedo terminan estrellándose con realidades temerarias. Así es como las encuestas y pronósticos oficialistas han ido creciendo en escepticismo y  ahora se conforman con una derrota honrosa. Billetera –pobre y raída-  mata discurso cheto.

“CON LA BARRIGA VACÍA, NINGUNO MUESTRA ALEGRÍA…”(*) 

Por supuesto que un triunfo de CFK no significará buenaventura para los humildes, dado que el programa económico en curso más que de Macri y Dujovne, es el programa del conjunto del régimen capitalista vernáculo en estos tiempos de vacas flacas. Difícilmente el propio candidato de CFK, Daniel Scioli, hubiese podido elegir otro rumbo, aunque sí, con seguridad, lo haría con otra “sensibilidad”, y con ritmos más acordes a la frágil situación social que diez años de “magia” kirchnerista  legaron. Quien descrea de esa posibilidad deberían explicar las razones de la ausencia de los movimientos kirchneristas de las grandes luchas libradas  por el pueblo en esos dos  años. O
encontrar alguna explicación a la complicidad de gran parte del peronismo, gobernadores, senadores y dirigentes sindicales, con el plan hambreador. Ni en Pepsico, ni en los conflictos de la UOCRA en Zarate, ni en las luchas de los choferes de Córdoba, Cresta Roja, Carboclor o cualquier otra pelea  importante se vio bandera alguna de los seguidores de CFK o del PJ. Eso sí, como buenos fariseos, se rasgan las vestiduras ante las consecuencias del ajuste en curso, pero se cuidan de proponer las únicas soluciones de fondo ante la crisis del empleo,  tales como la inmediata expropiación de toda empresa que cierre o despida o el repudio a la creciente deuda externa. La estrategia electoral de CFK, sin propuestas y sin programa alternativo al feroz ajuste, se limita a criticar al gobierno en nombre del terrible costo social de sus medidas. Pero no hay en su discurso ninguna medida concreta, ningún plan económico alternativo, nada que pueda alterar los ánimos del establishment ni de la usura internacional y sus agentes locales.
En última instancia, CFK recoge una lección del viejo Juan Domingo Perón:”No es que nosotros fuéramos buenos, el asunto es que los que vinieron detrás nuestro fueron peores, mucho peores y eso nos hizo, en la conciencia popular, muy buenos!”. Y, dada la ferocidad con la que fueron malos los macristas,  con eso alcanza y sobra.
Claro que el régimen asume esta posibilidad como un duro traspié. Lo testimonia el abrupto salto del dólar, la inflación sostenida y hasta los críticos editoriales que diarios como La Nación le dedican a Macri ahora, reprochándole el tiempo perdido: “Es hora de que el jefe del Estado pase de las palabras a los hechos, del papel de comentarista de la realidad al de un auténtico líder, capaz de pilotear los cambios sin los cuales no habrá porvenir próspero...Faltan incentivos para que los grandes capitales se vuelquen a proyectos productivos…Los convenios colectivos, salvo raras excepciones, no tienen en cuenta la necesidad de estimular la productividad y la competitividad…Los costos laborales  son siderales y frustran, al igual que la industria del juicio laboral, la inversión en emprendimientos creativos de riqueza…”  lamenta el diario de los Mitre, asumiendo que la oportunidad se está esfumando. De todos modos, cuando pasen los ruidos de una costosa campaña electoral que pagaremos todos los trabajadores, las calles volverán a ser el escenario condicionante de la política nacional. El  gobierno aun saliendo de la urna más débil, no cejará en intentar avanzar con la agenda que los explotadores escriben.  Y, los peronistas opositores, incluyendo a los kirchneristas, comprometidos en evitar un estallido social, sostendrán la gobernabilidad del régimen por encima del hambre del pueblo. Será, entonces, en  las calles donde el pueblo deberá escribir, contando  sólo  con sus propias fuerzas, su profundo rechazo al gobierno explotador y a todos aquellos que, por las razones que sean, acudirán a  sostenerlo.

(*) Antiguo refrán español.

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Revista La Maza N° 73

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viernes, 28 de julio de 2017

Revista La Maza N° 72


EDITORIAL 

Mauricio Macri ha recorrido por estos días todos los centros del poder económico mundial mendigando inversiones,  préstamos y acuerdos comerciales. Ha recibido un sinfín de condescendientes palmaditas en la espalda, algunos abrazos y cálidos augurios de éxito. Pero, cuando se hablo de dinero, un silencio glacial cortó cualquier conversación. Macri aún no registra que el mundo adonde quiere ir y donde quiere entregar los restos de soberanía que quedan, no quiere o no puede venir a éstas tierras. La profundidad y prolongación crónica de la crisis económica internacional aleja planes de inversiones serias y a largo plazo. En la crisis, el capital es más cortoplacista y cobarde que nunca, se refugia en los templos del dinero y sólo incursiona fuera de sus muros cuando las oportunidades son soberbias y rápidas. Por eso es que los únicos capitales que vienen al Río de la Plata son aquellos de paso fugaz, que tocan, roban y se van, y ni siquiera agradecen la bicicleta financiera que el generoso Banco Central de Macri les obsequia.
Pero lo que está constatando en persona Macri no es sólo el fracaso de su pueril estrategia económica (parece que las inversiones las traerán los Reyes Magos, el problema es que no se sabe en cual 6 de enero!!) sino el estado de convulsión en que se encuentra el mundo. Transformada en endémica la crisis económica, el capitalismo ya está librando la batalla de semi-fondo: disputas comerciales, especulación con monedas, guerrillas cambiarias, sanciones económicas, dumping y cuanto truco desleal exista  para tirar encima del otro el quebranto de la sobreproducción.
Pero, como todo combate preliminar, este tiende a dejar paso a la pelea de fondo. Y esta no es otra que el alineamiento con uno u otro bloque imperialista para zanjar el nuevo reparto del poder mundial. La inocultable decadencia económica de EE.UU., el crónico crepúsculo de Japón  y el estancamiento  de su aliado europeo –ahora más débil por el Brexit- contrastan con la dinámica de sus adversarios. Aún con un ritmo más lento, la economía china sigue conquistando bazas y poniendo sus marcas en cuanto espacio económico queda libre. Es el mayor inversionista en África, está a punto de serlo en América Latina y esta sacándole provecho a la destrucción del Tratado del Pacifico que ha emprendido Trump para comerle a EE.UU., una tras otra, sus fichas en Oriente. Rusia, por su parte, está saliendo de la recesión y se recuperó sin mayores inconvenientes de las sanciones impuestas por su rol en Ucrania. No goza del brillo de otras épocas pero, en un contexto tan opaco como el de sus vecinos occidentales, saca chapa de rival.  Se ha repetido hasta  el cansancio que la economía no es todo y que EE.UU. aún tiene supremacía militar sobre sus dos grandes contendientes. Sin embargo, los recientes sucesos de Corea llaman la atención sobre ese paradigma y convocan a  reexaminarlo. Porque no cabe dudas de que una pequeña nación, gobernada por una dinastía con un inédito modelo de “feudalismo atávico y comunismo asiático”, le puso freno a la prepotencia yanqui, dejando en ridículo a todas las altisonantes amenazas del pintoresco presidente de EE.UU. Basto que un par de consejeros y generales le recordasen que Corea tenia efectivamente capacidad nuclear como para borrar al Japón del Mapamundi, amenazar a Australia y Oceanía y hacer desaparecer Seúl y que estarían dispuestos a hacerlo, para que el ultimátum yanqui se transformase en un ruego a los chinos para que frenen el desarrollo nuclear coreano.  Ruego que, demás está decirlo, cayó en saco roto. Por lo  visto, el paradigma de que EE.UU. sigue teniendo la voz de mando porque tiene mayor capacidad nuclear está siendo puesto en tela  de juicio. Ya no se trata de tener muchas armas atómicas, sino de tenerlas, aunque sea algunas, para que el imperio no se atreva a atacar.  Corolario que no pocos en el mundo han registrado, Irán entre ellos.

LOS INFRUCTUOSOS ESFUERZOS DEL CHUPA-TRUMP.

Pero, aún con esos límites infranqueables que el poder nuclear impone, las potencias se preparan para tiempos de espada. Todos aumentan sus presupuestos militares, todos encaran la producción de nuevas y mejores armas, todos construyen barcos, portaaviones y aviones, todos quitan recursos de la educación, la salud y el bienestar de sus pueblos para afilar la espada. La persistencia de la crisis y la caída de las ganancias son el motor del belicismo y no parecen tener solución a la vista.
Difícilmente ese mundo convulsionado repare en los gestos serviles de un presidente patético, que ni siquiera tiene asegurados los últimos dos años de mandato y que suplica inversiones que ya no están disponibles. Aunque es reconocidamente duro de entendederas, algo de eso ha comprendido Macri. Ya no  habla más de las inversiones que van a venir. Ni menciona al semestre que viene. No alude a inciertos proyectos productivos que pondrán en marcha la economía. Ya no sugiere que Brasil saldrá de la recesión y vendrá en nuestra ayuda.  Nadie les cree y es asegurarse un sitio en el ridículo seguir insistiendo con esas promesas. Es mejor no hablar de economía y machacar con la herencia recibida, con la corrupción de los K, con la batalla cultural de la nueva política y huevadas como esas que cansan a cualquiera menos a los bien alimentados  miembros de  los escuadrones de zombies que aún aplauden al gobierno. El verdadero programa económico de este gobierno es, ni más ni menos, el que estamos sufriendo. No hay nada mejor, no hay nada más que ajuste, ajuste y mas ajuste, miseria y más miseria. Todo lo demás es verso. No hay nada más  que esperar. Es esto.  Ni el amigo Todesca, en el INDEC, es capaz de inventar alguna cifra optimista sobre el presente y, mucho menos, sobre lo que vendrá. Sólo la complicidad de una dirigencia sindical corrupta que recibe dinero a manos llenas, la pasividad de organizaciones de desocupados que han copiado la lógica sindical de asegurarse los favores del poder a cambio del cese de hostilidades y la miopía y el parlamentarismo en que se ha sumergido la izquierda, le permiten al gobierno seguir perpetrando este verdadero genocidio económico contra los desposeídos. No obstante, aun huérfano de dirigentes (con estos dirigentes la orfandad es lo mejor que podía pasar!!) el movimiento de masas no baja los brazos y sigue protagonizando una batalla heroica. Lo hacen los docentes de todo el país, los empleados públicos  de Santa Cruz, los miles y miles que rebosaron las plazas repudiando el fallo de los jueces macristas que aplicaron el 2x1 a genocidas y muchos más en todos los rincones del país.
Ante eso, de poco servirán las palmaditas y lisonjas de los amos imperiales. Mucho menos las marchas de los escuadrones de viejos zombies gorilas que no representan más que a su pasado.

La historia del fin del macrismo se está escribiendo cotidianamente en las calles del país y bueno sería que los adoradores de las urnas tomaran cuenta de ello. 

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jueves, 23 de marzo de 2017

Revista La Maza N° 71


EDITORIAL

El devastador golpe a los ingresos y los derechos del pueblo trabajador descargado por el gobierno de los ricos impuso una obligada pausa a nuestra edición. Hoy  volvemos a poner en sus manos un ejemplar de LA MAZA, en edición, por ahora, bimestral.  Lo hacemos con un gran esfuerzo de nuestra organización, de la Revista y de los compañeros que la sostienen. Y reaparecemos en momentos en que la situación política nacional e internacional exige una gran respuesta de los trabajadores y los pueblos  ante la miseria creciente impuesta a los oprimidos  y ante la amenaza de la barbarie bélica  como respuesta probable de los explotadores a la crisis sin solución del régimen capitalista.
La cuasi destrucción –en vías de desarrollo- de la Unión Europea, la salida de Gran Bretaña de ese marco continental, el triunfo de Donald Trump en EE.UU., las amenazas electorales representadas por fuerzas nacionalistas de derecha en Francia, Inglaterra, Alemania, Holanda, Hungría y otros países europeos, los debates en torno a la disolución de la OTAN, la guerra sin fin en Medio Oriente,  las amenazas a China y el resurgimiento del proteccionismo económico, los nuevos realineamientos y alianzas militares a nivel internacional, son claros síntomas del fin de una época en el dominio capitalista. Una época de crisis  de la dominación que se da  en el marco de una economía globalizada paralizada y colonizada por el parasitismo especulativo y por una concentración de la riqueza en manos de un puñado de personas y bancos nunca vista en la historia moderna.
Los organismos y acuerdos sobre los que se construyó y sostuvo la hegemonía mundial del imperialismo yanqui y la banca sionista, todos ellos, crujen ante el incontenible empuje centrífugo originado  en el agotamiento productivo de un  sistema en el que la creación de riqueza real ha pasado a ser sustituido por la ilusión de la  especulación financiera.
La OMC, baluarte del libre comercio y la globalización, aparece como un anacrónico Cid Campeador intentando frenar la ola de proteccionismo, el aumento de los aranceles de importación y  las guerras comerciales que, como siempre ha sucedido, anteceden a las verdaderas guerras.  Los foros internacionales aparecen impotentes para detener la irrupción del nacionalismo y el populismo de derechas en los principales países metropolitanos. La ONU, el BM, el FMI siguen el mismo camino.
Paradójicamente, es en los principales países imperialistas, antiguos abanderados del libre comercio y la globalización, donde aparecen con más fuerza los proteccionistas, los aislacionistas, los racistas y xenófobos.  Y no hay nada de fortuito en ello: impulsados por sus propios capitalistas,  sus gobiernos alentaron el éxodo de sus empresas hacia los paraísos de los salarios de esclavos, des industrializándose y desestructurando sus modelos económicos en beneficio de los grandes monopolios y la banca usuraria, a cual  más apátrida que el otro. Basta con decir que  en EE.UU. la principal empresa (por ventas, ganancias, cantidad de empleados) es un comercio minorista, el supermercado WALL MART, donde, por otra parte, el 95% de los artículos ofrecidos son producto de la mano de obra esclava asiática. No hay que extrañarse, entonces, de que la participación de EE.UU. en el Producto Bruto Internacional haya caído, en cincuenta años, a una tercera parte de lo que fue en la post guerra y de que estemos en presencia de su ocaso imperial.

EL MUNDO SOÑADO ES UNA PESADILLA

En ese mundo que se fragmenta y hostiliza, que se cierra sobre sus partes y que expulsa todo lo que le parezca extraño o riesgoso,  pretende Mauricio Macri “insertar” a la Argentina. En realidad, en consonancia con la  estrechez de miras política que caracteriza a su clase,  el macrismo fue incapaz de leer el rumbo que tomaban los acontecimientos globales. El mundo al que Macri aspira pertenecer está desapareciendo bajo sus pies de manera acelerada, ya es pasado. No servirán  de nada los gestos serviles, la alcahuetería, ni las humillaciones. Son las implacables leyes de la economía global las que imponen la agenda política. No hay ni habrá flujos de inversiones reales, productivas, hacia los países periféricos. No hay ni habrá grandes créditos baratos y a largo plazo. No hay ni habrá plata para grandes  obras de infraestructura. No hay ni habrá mercados receptivos hacia la producción nacional, ni siquiera para la miserable cuota de limones tucumanos rechazada por EE.UU.  Ya no hay alta demanda de materias primas, incluyendo la soja y sus derivados. Ya no habrá altos precios para esos commodities. El gobierno de los ricos sólo podrá aspirar a recibir oleadas de capitales golondrinas, especulativos, saqueadores, que ingresan al país por cortísimos plazos para aprovecharse de las altas tasas de interés en pesos que paga el Banco Central, el mismo que mantiene fija la cotización del dólar para garantizar ganancias en divisas a los estafadores.  Y todo ese saqueo se justifica para sostener la ilusión de que vienen dólares al país, ilusión que no moverá el amperímetro de la economía real, pero que si engrosara los bolsillos de los banqueros, los intermediarios y los funcionarios que lo permiten.
En un año electoral que va a determinar el futuro político del país y del gobierno, la economía real sigue en picada. Caen los salarios, cae el consumo, no hay inversiones y la bronca popular es una olla a presión levantando temperatura. Sólo la  traición de la burocracia sindical siempre servil, la inoperancia de la oposición política y la colaboración de algunas grandes organizaciones sociales convertidas en auxiliares del gobierno, explican que esa olla aun no haya estallado.
Sin embargo, el reciente tarifazo eléctrico, el próximo del gas, los aumentos constantes de los  combustibles y peajes, la inflación sostenida, el kilo de pan a $ 50 y de carne a $ 120, la ausencia de empleos, el escándalo del Correo y la pérdida de poder adquisitivo del salario se estrellan contra el optimismo del  discurso  oficial y angostan los márgenes de los colaboracionistas. Es por eso que hasta traidores consumados como Antonio Calo (UOM) han debido impulsar la movilización de los metalúrgicos ante los despidos  y suspensiones que sacuden su gremio. Es por eso que los traidores de la CGT anuncian –con más de un mes de anticipación!!!- un paro dominguero para descomprimir la bronca social y evitar el estallido. Es por eso mismo que el triunvirato piquetero colaboracionista (los maoístas de la Corriente Clasista y Combativa, los  ex kirchneristas  del Movimiento Evita y los oportunistas de Barrios de Pie) anuncian civilizadas jornadas de protesta, oportunamente bendecidas por Jorge Bergoglio. El optimismo del discurso oficial apenas puede  traspasar  las alfombras de los despachos y se desmorona ante la realidad.
Este 2017 se plantea como un año de grandes luchas, el año en el que después de la confusión inicial amplios sectores de la población, incluida la siempre volátil clase media, se dispone a enfrentar el hambre y la miseria que impone el gobierno de los ricos. Los riesgos electorales se conjugaran con la protesta social, poniendo al gobierno en una situación de extrema vulnerabilidad. Bien puede ser el año en el que el pueblo levante cabeza y ponga en fuga  al más impopular  gobierno de la historia reciente. Ese es nuestro desafío.

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Revista La Maza N° 70


EDITORIAL

El gobierno de las oligarquías ha asestado, en estos cinco meses pasados desde su asunción, un golpe de dimensiones insospechadas sobre las espaldas del pueblo trabajador. Ni siquiera la desaparición del INDEC y la inexistencia de cifras oficiales pueden ocultar la profundidad del saqueo perpetrado en tan poco tiempo. Ni la dictadura militar, encaramada en sus fusiles ensangrentados, fue capaz de lograr una transferencia de ingresos tan grandes y en tan poco tiempo desde el pueblo hacia los bolsillos de los explotadores. Lo más notable de esta expropiación masiva es que está siendo llevada adelante por un gobierno que sigue siendo, esencialmente, un gobierno débil. Aupado apenas por un puñado de votos, sin militancia ni aparatos de control territoriales, con apenas un par de gobernadores y una notoria minoría legislativa, sin anclaje sindical, repudiado por todo el mundo de la cultura, se sirvió del escenario de confusión, división y desmoralización política que le brindo el patético final kirchnerista y del rotundo apoyo patronal para avanzar como una topadora sobre el empleo público y privado, sobre los ingresos populares mediante un tarifazo brutal y desatar una purga cultural en todos los escenarios.
Sin embargo, lejos está todavía de consumarse lo que sería una derrota importante del pueblo. En efecto, si el gobierno logra consolidar su avance, si puede imponer su saqueo tarifario, si consigue estabilizar la situación económica sobre esta base, la relación de fuerzas entre las clases sociales enfrentadas se inclinará a su favor. Pero eso está por verse. La reacción popular demoró apenas unos meses para hacerse sentir y para exigirle a las corruptas y acomodaticias dirigencias sindicales una respuesta. Aun antes de que el tarifazo llegase a los hogares y calentaran los ánimos del pueblo, el 29 de abril una multitud como hacía años que no se veía, más de 300.000 trabajadores, acudieron al acto de las centrales sindicales y exigieron una respuesta más contundente. Después vinieron las facturas con aumentos que son, directamente, impagables. La bronca, entonces, comenzó a contagiar a las clases medias, precisamente la base electoral del gobierno. Y todas las encuestas comienzan a registrar el crecimiento y la extensión social del repudio. Hasta la Iglesia católica le hace llegar al gobierno su preocupación por una situación que considera explosiva. Los medios de comunicación aliados al gobierno registran ese mismo nerviosismo. Y, dentro del propio gobierno, comienzan a oírse voces que alertan sobre la tormenta que se cierne ante el régimen.

PASAR EL INVIERNO….

La única respuesta del gobierno es aferrarse a la ilusión de que un aluvión de capitales extranjeros, aprovechando los salarios de hambre que está imponiendo, se radique en el país y promueva empleo y crecimiento. Pero una breve mirada sobre la salud económica del capitalismo global bastaría para dar por tierra con esas expectativas. El "segundo semestre", territorio de las bonanzas prometidas por Macri, está llegando y nada augura que sea pródigo de buenas noticias. La crisis del principal socio comercial, Brasil, se encuentra en pleno desarrollo y ya se ha instalado en el propio régimen, mientras su PBI cae a niveles nunca registrados. Nada bueno puede esperarse del vecino. La economía China, otro socio privilegiado, sigue envuelta en la incertidumbre y el retroceso. La crisis internacional se está haciendo endémica y sólo se desarrollan procesos de inversión en los escasos nichos de mercado que posibilitan ganancias siderales y rápidas. Latino América toda está sacudida por problemas económicos y malestar social y político. Resulta difícil creer, con esos datos elementales a mano, que la coyuntura económica de nuestro país vaya a cambiar milagrosamente a partir de julio. Por el contrario, el paso de los días y el crecimiento del repudio y de la resistencia, la perdida de aliados (hasta Massa y los propios radicales empiezan a tomar distancia) y la persistencia de la inflación, de tasas de interés usurarias, del desempleo y la carestía transforman a esa frase –"llegar al segundo semestre"- en una reedición de la que hizo famoso a Alsogaray, "pasar el invierno". Sólo que el que aspira a pasar el invierno es el propio gobierno. Y es sabido que si bien la historia se repite, la segunda vez lo hace como una farsa trágica. El gobierno se aferra a ilusiones y pretende instalarlas en la sociedad, aun sabiendo su carácter fantástico. Lo hace con la esperanza de que el paso del tiempo consume el saqueo y tranquilice las aguas. Esta es la hora en la que hay que ganar las calles, salir al reclamo, organizar las protestas y el reagrupamiento, es la hora de enfrentar a la oligarquía y derrotar su política hambreadora y su gobierno entreguista. Es la hora de demostrarle a la oligarquía gobernante que si está allí, en el gobierno, no es por derrotas propias sino por la previsible muerte anunciada de los reformistas. El pueblo, todavía, no ha salido a la batalla. Y eso es lo que se viene y en ese momento se determinará si la oligarquía puede imponer su programa de miseria y saqueo. Y está por verse si ellos pueden pasar el invierno.

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ASAMBLEAS DEL PUEBLO: UN BALANCE ELECTORAL Y LAS PERSPECTIVAS.

Lunes 21 de agosto 2023  ASAMBLEAS DEL PUEBLO: UN BALANCE ELECTORAL Y LAS PERSPECTIVAS .   “TODO LO QUE ERA SÓLIDO SE DESVANECIÓ EN EL AIRE”...