EDITORIAL
Un terremoto se ha producido
en Europa. Sus consecuencias alteraran el curso de los acontecimientos, tal
como los veníamos percibiendo hasta ahora. El propio mapa de la Unión Europea
tendrá un antes y un después del día en que los griegos dijeron NO! a las
imposiciones del gran capital franco-alemán. Una pequeña nación de apenas once
millones de habitantes y que sólo representa el 1,2 del PBI de la
eurozona se ha atrevido a enfrentar el orden colonial impuesto por la entente
imperialista agrupada detrás del falaz sello de una inexistente Unión Europea.
Muchos son los ejemplos en la historia de las naciones y los pueblos en
los que pequeños actos se transformaron en trascendentes puertas de entrada a
grandes cambios que revolucionaron las sociedades. Y es posible que el triunfo
del pueblo griego sea uno de esos pequeños y gloriosos actos. Es
prematuro analizar, hoy, las consecuencias inmediatas que acarreará la derrota
de los usureros en Grecia y, mucho menos, precisar el ritmo de los
acontecimientos por venir. Pero debemos decir que Grecia abre un precedente que
no va a tardar en ser imitado por otros pueblos explotados de Europa que han
visto saqueadas sus vidas e ilusiones en el altar de la codicia de los
banqueros alemanes y franceses y de la Casa Rothschild. España, con una deuda
colosal aprisionando la espalda del pueblo y con elecciones generales a la
vista; Portugal que viene de siete años de penurias impuestas; Italia,
condenada a la decadencia y la disolución nacional; los recientemente
establecidos países del este, que confundieron U.E. con bonanza y
prosperidad…posiblemente sean los escenarios donde tendrá continuidad la
zaga iniciada por el valeroso pueblo griego. Quizás los ritmos sean más o menos
lentos, pero es claro el rumbo del proceso abierto: la Unión
Europea tal como la conocimos ha comenzado a morir el domingo 5 de Julio de
2015.
Las posiciones de todos los
grupos y partidos que rechazaban este aborto colonialista se verán reforzadas y
exigidas, por su base, a radicalizar su postura. PODEMOS, en España, que ya
estaba disputando el poder a los conservadores y a los decrépitos social
demócratas del PSOE, será el primer beneficiado de este nuevo escenario. El
pueblo español, agobiado por las penurias y miserias impuestas por la U.E.,
tiene, ahora, un horizonte en el que mirar el futuro.
Aún los partidos populistas de
derecha que combatían a la U.E. crecerán y desafiaran el consenso de Bruselas.
El partido nacionalista populista de Marine Le Pen, en Francia, ya está
desafiando al gobierno pusilánime de los “socialistas” de
Hollande con la bandera de la independencia nacional y la ruptura con la U.E.
Movimientos similares, por izquierda y por derecha, se sucederán sin solución
de continuidad y sacudirán la paz de los banqueros.
Claro que los usureros no se
quedarán de brazos cruzados esperando que le desmonten el negocio montado en
décadas de trabajosos esfuerzos. Es mucha la plata en juego como para aceptar
los cambios sin resistirlos. Por eso no hay que extrañarse que Grecia se
transforme, ahora, en el campo de batalla entre un pasado que se niega a morir
y un futuro que recién está dando sus primeros y vacilantes pasos.
Veremos operaciones de escarmiento que nos sorprenderán por su crueldad. Las
promesas de caos como venganza se harán realidad y pondrán a prueba la
resistencia del valiente pueblo griego y la voluntad de solidaridad de los
pueblos del mundo. El resultado es incierto, pero nadie puede negar que
el futuro ya llegó a Europa. Claro que no es el futuro con que soñaron
Merkel, Rothschild y los suyos.
LA UNIÓN
EUROPEA COMENZÓ A MORIR EL 5 DE JULIO EN GRECIA
En la mitología griega, Europa
es una bella princesa de origen fenicio, pueblo de comerciantes tan
osados como poco escrupulosos, que es raptada y conquistada por Zeus, el dios
de los griegos. Transformado en un toro blanco y majestuoso, Zeus se acercó a
la doncella y la sedujo; huyo con ella a Creta, la nombró princesa de la
isla y de su unión nacieron tres hijos. En tanto, el padre de la princesa
recorrió, desesperado, los caminos del gran continente al norte, buscando
desesperadamente a su hija, llamándola “Europa, Europa!” y de
esta forma su dolor le dio nombre propio a esas tierras. Tal vez esta
historia mitológica haya atravesado los siglos para recordarnos que, de una
manera u otra, Europa fue cautivada, en sus orígenes, por el gran dios de
los griegos. Quizás el relato mitológico sea una profecía que anticipa el final
de esta otra “Europa”, tan alejada de aquella bella
princesa, a manos, precisamente del pueblo griego, heredero de Zeus.
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