martes, 8 de agosto de 2023

Revista La Maza N° 76



 
EDITORIAL

Cada día son más las voces que se escuchan expresando su rechazo a la INFECTADURA, como se a dado en llamar este violento ataque que en nombre de nuestra salud, se está perpetrando contra nuestra vida.
Al principio, en marzo, cuando Alberto Fernández impuso la cuarentena bajo el lema "Yo lo voy a cuidar" la campaña de mentiras y miedos daba resultado, el 80% de la población acompañaba el encarcelamiento y el fin de una "normalidad".
Con la uniformidad contundente de los medios de difusión de todos los países, la verdad oficial y el guión de una nueva guerra entró en las casa, los trabajos, las universidades y las plazas y clausuró la vida toda de las poblaciones. El terror estableció su reino; el encierro, la máscara y la delación se hicieron moneda corriente y fueron ensalzados por el gobierno. Las voces disidentes fueron perseguidas y censuradas, su saberes fueron ridiculizados y estudios y doctorados se transformaron en prontuarios policiales. Sin embargo lo más grave es que se indujo a los pueblos a repudiar la actitud crítica y el pensamiento independiente , sustanciales al hombre libre, que han caracterizado a las generaciones anteriores y que fueron el motor del desarrollo humano en todas las épocas. Han sido los críticos, los rebeldes, los que contradijeron la verdad y el discurso oficial, los que empujaron la rueda del progreso y el saber. Resignar la opinión crítica es peor aun que perder la libertad en batalla, por que la obediencia y la pasividad ante los poderes hegemónicos ya entrañan la exclavitud y establecen la derrota sin lucha. Mucho más cuando lo que está en discusión es la salud y la vida política, económica y social de millones. Aceptar la verdad oficial es conceder legitimidad a este ataque que los grandes capitalistas están perpetrando contra los pueblos.
Así hemos vivido hace unos pocos meses. Pero desde junio en adelante, cuando comenzó a quedar en evidencia el fracaso de la política sanitaria y el desastre económico causado en nombre de la salud, las voces de protesta se multiplicaron en todo el mundo. Desde los más afectados, los trabajadores informales, los desocupados, los que viven al día, quienes no vacilaron en romper la cuarentena y desafiar a un virus que no ven tan nocivo como el hambre y la miseria. También fueron los pequeños comerciantes, la pymes y la pequeño burguesía cuentapropista, empujados a la ruina, los que empujaron las protestas. Por supuesto, en nuestro país, la derecha macrista aprovechó el bondi y se subió a la movida desnaturalizando las legítimas protestas. Pero no pudieron evitar que un espacio independiente de denuncia, crítica y acción contestataría se fuera forjando. Un lugar destacado lo conforman los valientes científicos que se nuclean en Epidemiólogos Argentinos Metadisciplinarios, quienes no han vacilado en exponerse en defensa de la verdad y en denunciar lo central, lo definitorio: la pandemia no es un asunto de salud sino una imposición política!!!. Pero lo cierto es que la realidad está cambiando vertiginosamente, que ya no estamos solos y lo que era en marzo apoyo popular cuasiplebiscitario para el gobierno y el régimen, se transformó en una pendiente enjabonada que sigue su rumbo hacia el precipicio.

LA PANDEMIA NO ES UNA CUESTIÓN DE SALUD SINO UNA IMPOSICIÓN POLÍTICA!

La política sanitaria del gobierno, entregada a Gines, Khan y su bandita de "expertos" y siguiendo las instrucciones de Soros, Gates y la OMS, ha sido patética y criminal. Estan terminando en el mayor de los fracasos. Su resultado provisorio de un millón de infectados y 35.000 muertes ya ameritaría una investigaciòn judicial de todo el elenco y, al menos, unas cuantas renuncias. Pero la otra cara del fracaso, el resultado económico y social de la cuarentena, justifica un argentinazo y varios helicópteros: un país destruido, la mitad de su población en la pobreza, casi diez millones en la indigencia, desocupación por encima del 20% en la principales ciudades, violencia social creciente... Y ahora, para salir del laberinto que ellos mismos crearon, el libreto de los amos les ordena "vacuna" y allá vamos, con 45 millones de conejillos de indias presionados y coercionados para que le pongan la cola al jeringazo de vacunas cuyas fórmulas son secretas. Son vacunas (o intromisiones genéticas) que no han pasado prueba pública alguna, de cuyos efectos secundarios (o primarios?) no se hará cargo el laboratorio inoculador, que utilizan técnicas que actúan sobre nuestro genoma, que jamás fueron probadas en seres humanos y cuyas consecuencias (buscadas?) pueden ser la esterilidad humana, nuevas enfermedades y una consiguiente reducción de la población mundial. Además, son fabricadas o representadas por amigos del gobierno.Y a un amigo no se le niega un negocio.... sobre todo si hay un vuelto!
Pero eso son detalles, lo que importa es lo que la OMS y sus amos han dispuesto.
Nadie puede asegurar que la vacuna sirva para erradicar el virus, pero seguro servirá para llenar los bolsillos de laboratorios, ministros, funcionarios e intermediarios y para distraer la atención de un pueblo, ya atontado por el miedo y la desconfianza a la inoculación, del trasfondo de miseria que se está entretejiendo, del salvaje ajuste contra sus espaldas que se viene detrás de discursos progresistas en lo que ni ellos creen. Y, lo peor de este experimento es el daño que pueden ocasionar en la salud de la población estas vacunas desarrolladas en tiempo record. El "remedio" puede ser mucho peor que la enfermedad!! De ahí el rechazo popular al jeringazo.....
Por otra parte, el gobierno que no vaciló en arrodillarse antes los usureros y sus fondos de inversión, ahora, ya con callos hasta los tobillos, se postra ante el FMI. Y el Fondo no tiene problemas en estirar los plazos de pago siempre y cuando se ponga en práctica un duro "ajuste" para ir juntando los dólares que se llevarán. Por eso se acaba el IFE, por eso las tarifas se ajustan en enero, por eso saquean los míseros haberes jubilatorios, por eso,congelan los salarios y otorgan auemtos homeopáticos a los trabajadores mientras los precios no dejan de subir.
El populismo sin plata de este Kirchnerismo espectral se parece demasiado a los tradicionales gobiernos conservadores. Prebendas para amigos, palos para la contra, negocios con testaferros por todos lados, plata para la usura y todo encubierto en discursos y proclamas en las que no creen, ni simulan creer. No es de extrañarse, que se lleven tan bien con los chinos, extraños "comunistas" esclavistas, multimillonarios envueltos en banderas rojas que no sueltan sus billeteras ni para dormir.
Despúes de casi un año de penurias, pocos dudan que detrás del virus hay otras cosas, muchísimo más siniestras que la enfermedad y que el gobierno es parte de ellas. Hay quienes, como Giorgio Agamben, califican la maniobra como un golpe de estado universal de los más poderosos entre los más poderosos contra los pueblos del mundo. Ni aiquiera la reducción del hambre en miles de millones les resulta aceptable. Ahora, encubiertos en las mascaras tapabocas, en una gran cruzada sanitaria y agitando las banderas de salud de la corrupta OMS vienen por todo. Y nos han dado un gran golpe. Pero esto recién empieza y el pueblo, acá y en el mundo entero, se está poniendo de pie para enfrentar este ataque de la barbarie contra la humanidad, su historia, su conciencia solidaria y, previsiblemente, su futuro. Frenar la obligatoriedad de la vacunación, exigir el fin de las cuarentenas y sus leyes y reglamentaciones restrictivas y enfrentar los planes de hambre y ajuste son las banderas que encabezan una resistencia que será larga y dura pero hay que iniciar ya mismo. 

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