EDITORIAL
A principios de este mes en
una de las tantas cadenas nacionales con las que CFK acosa la paciencia de los
argentinos, la presidenta derramó lágrimas de dudosa sinceridad por la muerte
del niño sirio Aylan Kurdi, ahogado en playas de Turquía cuando su familia huía
de la guerra civil de Siria. Aprovechó, Cristina, la oportunidad para
recriminar la hipocresía de los gobiernos europeos, insensibles ante el drama
de centenares de miles de refugiados que huyen de las guerras y persecuciones en
sus países, cuando la mayoría de esas situaciones son causadas, precisamente,
por el accionar de esos mismos gobiernos y las empresas metropolitanas. Terminó
CFK diciendo, al borde del llanto, "yo no quiero parecerme a
países que expulsan a inmigrantes y dejan morir chicos en las playas". En
verdad, ni CFK, ni la inmensa mayoría de los argentinos puede compartir el
desprecio con que Europa ha manejado esta verdadera marejada de ciudadanos
desesperados, que atraviesan países y continentes, buscando, apenas,
un lugar bajo el sol donde sobrevivir, desarrollar esperanzas y acariciar a sus
hijos. Sin embargo, es casi tan repugnante el desprecio por el
prójimo que evidencian esos gobernantes europeos por los refugiados, como lo es
la indiferencia de CFK y su gobierno frente a nuestros refugiados internos. Nos
referimos a que, el mismo día en que CFK ensayaba televisivas lágrimas por
Aylan Kurdi, acá nomas, en un hospital chaqueño -territorio "libre de pobreza" como
se ufana el millonario gobernador Milton Capitanich- moría, por desnutrición y
tuberculosis, el niño qom Óscar Sánchez. óscar apenas tenía trece años y pesaba
diez kilogramos, mucho menos que el perro "Simón", mascota
presidencial. El niño vivía con su padre y hermanos en un paraje del
Inpenetrable, zona selvática alejada de la civilización a la que fueron
arrojados muchos miembros de los pueblos originarios acorralados por los
terratenientes, los sojeros, los gendarmes y los desmontadores. Apenas unos meses atrás,
la misma provincia y en un paraje cercano, también era abatido por la
desnutrición Néstor Fermenia, otro niñito qom de apenas siete años que, al
morir apenas pesaba sólo doce kilos. No hubo lágrimas presidenciales por Óscar
ni por Néstor, ni por los miles de niños que han muerto por causas similares en
esta década larga del gobierno "progresista"...Tampoco
hubo gesto alguno desde el poder "sensible" encarnado
por CFK para atender el reclamo del centenar de qoms que acampan en la
intemperie desde principios de año, a pocas cuadras de la Casa de Gobierno,
reclamando la restitución de sus tierras y la protección de sus derechos.
LA
HIPOCRESÍA DE UNOS Y OTROS...
Ríos de tinta, acompañados de
fotos despiadadas que muestran a Óscar Sánchez como un niñito descarnado y
agonizante, fueron vertidos por los medios de difusión hegemónicos, por sus
diarios y noticieros. Todos ellos fueron puntillosos en exponer un hecho vergonzante
para este gobierno; todos ellos recordaron la larga saga de abandono que sufren
los pueblos originarios; todos se encarnizaron ridiculizando al gobernador del
Chaco y sus delirantes respuestas ante la siniestra repetición de estas
verdaderas tragedias que exponen, como pocas, la terrible injusticia y
marginalidad que deja el Kirchnerismo después de una "década
ganada". Sin
embargo, no son menos hipócritas estos medios, sus propietarios y sus amigos
que la propia CFK. Es que ninguno de ellos alude al problema central que está
empujando a la desaparición de los más vulnerables del campo, sean o no pueblos
originarios. Y no lo hacen por que, sencillamente, se benefician con el
genocidio en curso. La tala indriscriminada, la destrucción del monte nativo y
del medio ambiente, la contaminación de los cursos del agua, la expulsión de
minifundistas, pueblos originarios y pobladores, la concentración de la
propiedad agraria por derecha o por izquierda son los instrumentos con los que
avanza, por nuestras tierras, el modelo sojero que todos ellos aplauden y del
que todos son socios. Es inseparable el drama de nuestros "refugiados" de
ese modelo agro saqueador que destruye al campo y sus pobladores y que avanza
sin cesar sobre los territorios de los pueblos originarios y los pequeños
productores. Clarín, La Nación, Magnetto, Mitre, Saguier y Aranda son socios
del complejo sojero y de Monsanto, son sus publicistas, comparten negocios,
imponen leyes para proteger el monopolio de las semillas, atacan y desacreditan
a quienes cuestionan el desastre en curso. Son tan socios como lo es el propio
gobierno y los Macri y la oposición de derecha. Por eso no se hacen cargo de
los miles de Óscar y Néstor que quedan el el camino. Tampoco se hacen cargo de
los cinturones de miseria y violencia que rodean a las ciudades y donde se apiñan
los refugiados criollos, los expulsados del campo. Menos aún de la verdadera
epidemia de enfermedades cancerígenas que el glifosato y otros venenos
desencadena en los pueblos del interior. Para ellos, todo eso es, apenas, un
daño colateral.
Ellos, los unos y los otros,
comparten este modelo, comparten los frutos de nuestro hambre y desamparo,
viven de sus ganancias obscenas, pisotean la vida de Óscar y Néstor y de los
que precedecieron y de los vendrán. Sus fortunas mal habidas se hicieron
más grandes y mal habidas que nunca en estos años don de la soja fue bonanza y
riqueza. Tuvieron y tienen diferencias y hasta peleas, como cualquier
organización mafiosa que se precie de serlo. Pero, también, como esas
mismas mafias, arreglan todo dentro de los límites de la "familia". Por
eso resolverán sus cuentas en reuniones, aprietes, causas judiciales y hasta
mediante elecciones en las que sus pupilos solo disputan el tamaño de la
tajada, elecciones que son apenas un casting de gerentes. Ninguno de ellos
pierde, todo se arregla, todo es cuestión de precios, plazos y condiciones,
como en cualquier negocio.
Sólo nosotros, el pueblo
humilde y los miles de Óscar y de Néstor, somos los perdedores. Ellos los dueños
del país, acuerdan que en épocas de vacas flacas, como las que vienen, la
cuenta las debemos de pagar los pobres. Y, más allá de las diferencias que
puedan exhibir los candidatos del régimen, son tantas y tan grandes sus
coincidencias sobre el ajuste a aplicar contra el pueblo que
resulta difícil distinguirlos. Es de esperar que los explotados
podamos exhibir, cuando llegue el momento de enfrentar en las calles sus planes
de hambre, la misma fuerza de unidad que hoy tienen nuestros enemigos. Y
lo necesitaremos, por que el ajuste que traman es un verdadero mazazo
contra los humildes que solo puede ser derrotado con la mayor decisión en la
lucha y la mayor unidad en la acción.
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