viernes, 31 de julio de 2015

Revista La Maza N° 23



EDITORIAL
  Con la convocatoria a elecciones en la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Misiones y Salta y los recientes comicios de Catamarca y Chubut, el país ha entrado de lleno en un año electoral. Lo hace cuando el mundo, paralizado por la crisis económica, se convulsiona por las imprevisibles consecuencias ambientales y económicas de la catástrofe nuclear en Japón, por la internacionalización de la guerra civil en Libia, por la extensión regional de la revolución árabe y por masivas protestas populares en Europa y en el propio EE.UU. en contra del ajuste capitalista. Cabría imaginarse que el debate electoral se desarrollará a partir de ese contexto, de la inexorable sacudida que esas convulsiones globales provocarán a nuestro país y de las políticas que pudieran permitir a nuestra Nación un curso independiente. Sin embargo, nuestro capitalismo vernáculo, prebendario y saqueador, dependiente pero eficaz en la entrega, subordinado y siempre dispuesto a servir a los amos imperiales, no considera que el futuro de sus negocios y comisiones pueda verse alterado a corto plazo por los torbellinos que llegan de afuera. Nada altera la euforia sojera, la primavera consumista, la vitalidad de los negocios subsidiados ni la alegría de la incomparable renta financiera. Es esa inmediatez triunfal de los ricos, esa abundancia expresada en récords de producción automotriz, por ejemplo, la que casi ha certificado que la burguesía argentina admita que no cambiará de caballo a mitad del río y que la re elección de CFK sea un hecho casi consumado. Resta por verse si ellos pueden condicionar, aún más de lo que se condiciona a sí mismo el kirchnerismo, la próxima gestión para hacerla definitivamente permeable a sus intereses más estratégicos. La ambigüedad de la “profundización del modelo” que esgrime como único programa el gobierno, bien puede ser un avance en la defensa de los intereses, precisamente, más “profundos” de la burguesía argentina. En el camino hacia octubre la oposición se derrite como pan de manteca ante el empuje triunfalista de los K. Los radicales suspenden y arman internas, los peronistas de la caverna siguen su pelea ante la indiferencia absoluta de la población, Carrio deambula en el extravío, Pino Solanas llora por las desgracias de Clarín y de las encuestas mezquinas, mientras Macri ve con preocupación cómo su sueño presidencial se deshace y hasta su propio negocio porteño corre el riesgo de evaporarse de su billetera. La CTA, definitivamente partida, acaba de realizar un minúsculo “congreso” que sólo sirvió para confirmar la decadencia de la dirección burocrática de Micheli y DeGenaro y constatar su ausencia de cualquier acto reivindicativo del 24 de marzo. Por su parte, la izquierda legal deja de lado su ateísmo y ruega ante todos los santos y en todas las capillas que un milagro suceda y se trague a las internas abiertas, esa criatura diabólica con la que el régimen la está expulsando del paraíso parlamentarista. Por las dudas, desempolvan argumentos que les permitan olvidar “diferencias de principio”, agravios, insultos, palizas y denuncias varias para juntarse en un frente electoral que los salve de la catástrofe de no poder presentar listas. Construyen contra reloj y ante la indiferencia de toda una nueva genera

VIENTOS DE FUTURO LLEGAN DE AFUERA


En otro lugar de la realidad, miles y miles de personas en todo el país volvieron a salir a las calles para recordar un nuevo aniversario del golpe genocida. Muchos lo hicieron detrás de las banderas de los organismos de DD.HH. y grupos políticos afines al gobierno. Son los que creen que el “modelo a profundizar” conduce al socialismo a través de las reformas mezquinas y homeopáticas de los K. Otros muchos marcharon con la convicción de que este gobierno no es el arquitecto del futuro socialista sino el decorador de la barbarie capitalista. Todos son parte de un pueblo que experimenta el rigor de la inflación licuando sus escasos salarios mientras escucha estadísticas de rentas financieras fabulosas, mineras extraordinarias, agrarias bíblicas. Sin embargo, unos y otros carecen de expresión política en éste escenario electoral. Unos porque han hipotecado el futuro a manos de un gobierno que usurpa la memoria de los caídos por el socialismo y la liberación y bastardea las banderas socialistas y liberadoras. Otros porque son víctimas de las prácticas auto proclamatorias y sectarias de una izquierda que no se construye en el seno del pueblo oprimido sino en sus propios círculos e intereses y que, cuando por obligación amaga unirse, el resultado es un engendro que huele tan feo como el peor arreglo de políticos decadentes. No obstante, las luchas de los pueblos del mundo no se detienen en éstas pequeñeces provincianas. Los vientos que llegan desde afuera traen gritos de rebeldía, traen proclamas esperanzadoras, traen la vigencia de las banderas rojas y negras de ayer y de siempre, traen la certeza de que estamos en la época de las revoluciones, de que ante la barbarie capitalista se levantaran los puños socialistas y libertarios y nos recuerdan que, aún en nuestra pequeñez, somos parte de esa época y somos parte de los que construirán el futuro. Y estos vientos, si hay algo de lo que carecen, es de ese convencional respeto pequeño burgués por las fronteras, los límites y las aduanas. Son vientos del mundo, son vientos transgresores, son gritos universales. Prepárese para oírlos.

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